Esa música la transportaba, y ¿qué podía hacer al respecto? La escuchaba por entonces, cuando ya casi no eran ellos. Pero el sólo hecho de escuchar la melodía la regresaba al calorcito del verano que comenzaba, a la armonía del hogar construido por ella, o por los dos, o por ella.
Antes, esta música le recordaba a cuando él estaba, ahora le recuerda los momentos en que lo recordaba, y al calorcito de verano invadiendo su vida de buen humor y añoranzas de cambios.
Cuántos momentos inolvidables que no se desligan de sus bandas sonoras, su vida pasa al compás de la música, para cada momento un tema, una canción, una melodía. Y vive el presente y el pasado al mismo tiempo cuando escucha la música, su banda sonora.
Y el futuro siempre se proyecta en el silencio, y esa es la mejor parte: no saber cómo sonará su vida, qué melodías acompañarán sus momentos; pero tiene la certeza de que cada momento, cada acción y cada palabra estará embebida en su universo paralelo y musical, y por eso cada instante será siempre de ella.
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