La bella durmiente
Aurora nació en un verano de mucho calor y fue hija única de un matrimonio de clase alta.
Sus padres la sobreprotegieron desde que nació. Nunca salía y tenía pocas amigas.
Cuando cumplió los 16 años se presentaron sus tres tías en su casa.
Una le regaló un auto. Otra le regaló ropa suficiente como para renovar todo su placard. Y la tercera una credencial de mayoría de edad que además le permitía entrar gratis al boliche que quisiera.
Salió por primera vez a festejar su cumpleaños.
Aurora, que nunca había probado alcohol, aceptó un vaso con un líquido azul y conoció a su amigo “fondo blanco”.
Los siguientes tragos fueron de colores que ya no pudo distinguir, y de repente… todo se puso negro.
Un par de minutos más tardes estaba ingresando al Hospital de Urgencias en coma alcohólico.
El médico que estaba de guardia se enamoró apenas la vio e hizo lo imposible para que se recuperara.
Pero Aurora se ponía cada vez peor y entró en paro. En un acto de heroísmo, le hizo un electroshock salvador que le devolvió la vida.
Al día siguiente cuando Aurora se despertó lo primero que vio fue al doctor que la había salvado, y se enamoró perdidamente de él.
Ambos fueron felices y comieron perdices unos… tres o cuatro meses.
Aurora decidió no probar alcohol nunca más, y el doctor decidió no aceptar más guardias los fines de semana.
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